Miedo a Petro consolida clientelismo: Camargo llega a la Corte Constitucional
La elección de Carlos Camargo Assis como magistrado de la Corte Constitucional evidenció una mutua consolidación de temores y alianzas entre la oposición y el Gobierno, según advierte un análisis reciente de La Silla Vacía.
El senador exdefensor del Pueblo, con 62 votos frente a los 41 de su contendora, María Patricia Balanta, se impuso en una contienda que había polarizado el Congreso. Su victoria refleja el respaldo cerrado de los partidos de derecha, en contraste con el apoyo disperso que recibió Balanta de parte del Ejecutivo y sectores independientes.
Para analistas de La Silla Vacía, sin embargo, este resultado no solo es una derrota política para el Gobierno: también representa una validación del clientelismo. Camargo habría nombrado en su periodo en la Defensoría al menos a siete de sus familiares como parte de la estructura con la que se lanzó a esta magistratura.
El contexto es claro: la “cultura del miedo” a Petro habría impulsado la unidad opositora en torno a Camargo como una figura confiable para mantener la Corte fuera del alcance del Gobierno. En ese mismo análisis, se destaca que, mientras la oposición actúa con cohesión, el Ejecutivo enfrentaría dificultades para canalizar su proyecto institucional en instancias clave como el tribunal constitucional.
La designación de Camargo tiene implicaciones profundas. No solo influirá sobre el rumbo de reformas esenciales —como la pensional— sino que refuerza un modelo de política basado en redes clientelistas y resistencias ideológicas, en lugar de un debate institucional plural.